La ciudad que tendrá más muertes por calor en Europa está en España
Nuestro país es una de las zonas más afectadas por el cambio climático en el mundo
Alicia Romero | 29/01/2025
Las consecuencias del cambio climático continúan revelando un panorama sombrío para Europa, especialmente en su región mediterránea. Un reciente estudio, publicado en Nature Medicine por el Laboratorio de Modelización de Medio Ambiente y Salud de la London School of Hygiene & Tropical Medicine, advierte que las muertes relacionadas con temperaturas extremas aumentarán de manera alarmante hacia finales de este siglo.
España se posiciona como uno de los países con mayor riesgo, destacando Barcelona como la ciudad más vulnerable, con una proyección de 246.082 muertes adicionales debido al calor.
Este estudio analizó 854 ciudades europeas, evaluando el impacto futuro del calentamiento global en la mortalidad atribuida al calor y al frío. Si bien se espera que las muertes por frío disminuyan, esta reducción será insuficiente para compensar el aumento de fallecimientos por calor extremo.
Según las conclusiones del estudio, el sur de Europa será la región más afectada, con España, Italia y Grecia encabezando la lista de mortalidad proyectada.
Mientras que en países del norte de Europa, como Finlandia, se prevé una leve disminución en las muertes por frío (31 fallecimientos menos por cada 100.000 habitantes entre 2095 y 2099), el panorama en España es el opuesto: se proyectan 125 muertes adicionales por calor por cada 100.000 habitantes en el mismo periodo.
Esta desigualdad climática pone en evidencia la vulnerabilidad de las regiones mediterráneas, donde el aumento de temperaturas, el envejecimiento poblacional y la urbanización descontrolada intensifican el impacto del calor extremo.
Entre las ciudades más afectadas, Barcelona encabeza el ranking con la mayor mortalidad estimada, muy por encima de la segunda ciudad más impactada, Roma, que proyecta 147.738 muertes adicionales. Madrid se ubica en el cuarto puesto con 129.716 fallecimientos previstos, mientras que Valencia ocupa el séptimo lugar con 67.519 muertes adicionales.
¿POR QUÉ ESPAÑA ES UNO DE LOS PUNTOS MÁS VULNERABLES?
Pierre Masselot, primer autor del estudio, explica que los altos niveles de mortalidad proyectados en España se deben a que el país, además de ser naturalmente cálido, es una de las zonas más afectadas por el cambio climático en el mundo.
David García-León, otro de los investigadores, señala que existen diferencias entre Barcelona y Madrid. “El clima de Madrid es más extremo, con inviernos y veranos duros, pero las tasas de mortalidad son más bajas en comparación con Barcelona. Descartados factores como el acceso a zonas verdes, estas diferencias podrían deberse a criterios socioeconómicos y calidad asistencial, aunque es una hipótesis en evaluación”, explicó.
MITIGACIÓN DEL IMPACTO: ¿QUÉ MEDIDAS SON NECESARIAS?
A pesar del escenario alarmante, los científicos recalcan que aún hay margen de acción para reducir las cifras de mortalidad. Según Masselot, la única solución viable es un enfoque doble:
- Mitigación del cambio climático mediante una reducción drástica de emisiones de gases de efecto invernadero.
- Adaptación urbana y social con estrategias de protección ante el calor extremo.
Entre las medidas urgentes se encuentran:
- Mejoras en los sistemas de climatización para los grupos más vulnerables.
- Creación de refugios climáticos en espacios públicos.
- Transformación urbana con la reducción de superficies de asfalto y cemento, que contribuyen al efecto de isla de calor urbana.
- Aumento de zonas verdes y vegetación en las ciudades para mitigar el impacto térmico.
UN FUTURO INCIERTO, PERO AÚN REVERSIBLE
Aunque el informe proyecta un futuro preocupante, los expertos enfatizan que estas cifras no son definitivas. Con políticas ambientales ambiciosas, tanto a nivel global como local, es posible minimizar el impacto del calentamiento global en la salud pública.
La región mediterránea, en particular, debe actuar con urgencia para evitar que las olas de calor se conviertan en una amenaza cotidiana y mortal. Adaptar las ciudades, proteger a las poblaciones más vulnerables y reducir drásticamente las emisiones globales ya no son opciones, sino imperativos.
