Las amenazas de anexión de Trump devuelven a Canadá a finales del siglo XIX
"Creo que Canadá va a ser un serio candidato a convertirse en nuestro 51.º estado"
EFE | 16/02/2025

A finales del siglo XIX, Canadá se salvó de ser anexionada por Estados Unidos gracias, en gran parte, a España. Con Donald Trump de nuevo en la Casa Blanca, la amenaza resurge y los canadienses se preguntan qué ocurrirá ahora.
Tras su victoria en las elecciones presidenciales de noviembre de 2024, Trump dejó claro que, al asumir el cargo, impondría aranceles del 25 % a Canadá.
Alarmado ante el posible impacto económico de estos gravámenes, que afectarían a un país que envía hasta un 70 % de sus exportaciones a su vecino del sur, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, viajó a Mar-a-Lago, en Florida, para cenar con el entonces presidente electo e intentar evitar la amenaza.
Durante aquella reunión, Trump lanzó una propuesta sorprendente: si Canadá quería evitar los aranceles, debía convertirse en el 51.º estado de Estados Unidos.
Desde entonces, el republicano ha reiterado su interés en la anexión de Canadá, sugiriendo incluso el uso de la "fuerza económica" para someter a su aliado.
CANADÁ, ¿UN PAÍS FALLIDO SEGÚN TRUMP?
La última vez que Trump abordó el tema fue el pasado jueves en el Despacho Oval, donde insinuó que Canadá es un país fallido, incapaz de defenderse ante las amenazas de Rusia o China.
"Creo que Canadá va a ser un serio candidato a convertirse en nuestro 51.º estado", declaró el presidente estadounidense.
La idea de que Estados Unidos anexe Canadá no es nueva, aunque llevaba más de un siglo fuera del discurso político en Washington.
EL SIGLO XIX Y LA PRIMERA AMENAZA DE ANEXIÓN
Después de arrebatar a México gran parte de su territorio (de Texas a California) en la primera mitad del siglo XIX, Estados Unidos fijó su mirada en las colonias británicas de Norteamérica, lo que hoy es Canadá.
En aquel entonces, el Reino Unido veía esas colonias como una carga política, económica y militar. De hecho, había considerado seriamente que no valía la pena defenderlas en caso de una invasión estadounidense.
Paradójicamente, como explica el historiador Andrew Johnston, de la Universidad Carleton de Ottawa, fue la amenaza de anexión lo que llevó a la Confederación Canadiense en 1867.
"El deseo de EE.UU. por absorber Canadá fue lo que, en realidad, empujó al Imperio Británico y a los habitantes de aquí a organizarse en colonias independientes y, más tarde, en una nación soberana", señala Johnston.
Aun así, incluso tras la creación de Canadá y su expansión hacia el oeste (con la incorporación de Columbia Británica en 1871), Estados Unidos no abandonó su ambición expansionista.
LA GUERRA DE 1898 Y EL CAMBIO DE ESTRATEGIA
Para que la anexión de Canadá dejara de ser prioridad en Washington, fue necesario un cambio de mentalidad. Y aquí entra España en la ecuación.
Como explican Gwynne Dyer y Tina Viljoen en su libro The Defence of Canada, hacia finales del siglo XIX, Estados Unidos se había convertido en una potencia industrial y su enfoque pasó de la expansión territorial al imperialismo ultramarino.
Washington ya no buscaba anexar Canadá, sino adquirir colonias en el exterior, al igual que las potencias europeas. Este nuevo enfoque se materializó en 1898, cuando el gobierno de William McKinley declaró la guerra a España y, en cuestión de meses, se hizo con Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam.
Curiosamente, McKinley es el ídolo de Trump, quien lo ha calificado como "el rey de los aranceles", en referencia a la política proteccionista que impuso a finales del siglo XIX, con gravámenes del 50 % a las importaciones.
EL NUEVO DESAFÍO PARA CANADÁ
El paralelismo entre Trump y McKinley no pasa desapercibido para el profesor Johnston.
"Lo que Trump expresa es algo que siempre ha estado en la mentalidad de los estadounidenses desde la Revolución: que tienen una misión histórica", explica.
Sin embargo, el historiador cree que, al igual que en 1867, cuando la amenaza de anexión obligó a la creación de Canadá, la postura de Trump podría generar una reacción nacionalista similar.
En los últimos meses, los canadienses han mostrado un renovado sentido de patriotismo, lo que sugiere que la presión de Trump podría desencadenar una nueva oleada de afirmación nacional.